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La fantasía de ser padre

Camilo

Publicado: 2015-08-09


El 7 de agosto fue el cumpleaños de mi hijo Camilo. Cumplió dos años. Es mi segundo hijo de tres y el único varón. El segundo de sus hermanos.

Hace muchos años cuando era aún un adolescente, un gran y viejo amigo me dijo que yo sería un buen padre. De mis hijos y de aquellos que no serían mis hijos. Yo por supuesto no comprendí qué era a lo que se refería pero me dejó contento escucharlo porque era y aún es una persona a la que quiero y respeto muchísimo. Lo cierto es que ahora a mis 38 años recuerdo una y otra vez esas palabras y me generan la perplejidad que en su momento no me generó.

Cuando me enteré que Camilo venía al mundo el sobresalto fue mayúsculo porque yo me encontraba en una situación compleja. Estaba en un momento de gran confusión y tomando decisiones que suponían un cambio radical en mi vida sin que supiera con exactitud hacia donde me conducirían. Pero la alegría me embargó. Fue el sentimiento predominante. Cuando supe que sería varón la alegría fue aún mayor. Tenía la experiencia de ser padre de una niña hermosa y serlo de un niño me generó una ilusión que hasta ese momento no había conocido. Lo primero que pensé fue en que la vida me permita poder verlo crecer para compartir las canchas de fútbol con él y el canto incansable en el estadio por el equipo de mis amores, Universitario de Deportes. Aunque esto último ya lo he disfrutado con mi hija mayor a sus cinco años.

Imaginarme con Camilo jugando a la pelota, o llevándolo a entrenar en los calichines de la U, era y es para mí una gran ilusión. Pero no solo eso. Poder conversar con él de sus amigos y amigas, de sus primeros y últimos amores. Del descubrimiento de su sexualidad.

De irme de bares con él y de mostrarle donde dejé un poco de mí en cada noche mientras transitaba por esos lugares lleno de júbilo y también de dolor. O poderlo conducir por el barrio que me vio hacerme como persona. En fin, tantas cosas, me generan una gran emoción que cada vez que me embarga me hace sentir demasiado vivo y alejan de mí el frío del invierno o las dudas respecto a mi propio sentido como sujeto en este mundo siempre un tanto complejo.

Pero más allá de las ilusiones del futuro, verlo crecer, haciéndose de a pocos del lenguaje o de verlo bailar cuando llego a verlo cada tarde de alegría, hacen que mis días se tejan de hilos resplandecientes que me hacen brillar.

Y sin embargo sé que todo esto es una fantasía que procuro disfrutar lo más que puedo. Porque a pesar de mis esfuerzos, Camilo será lo que le dé la gana ser. Y probablemente será cosas que no converjan con las cosas que yo deseo para él y para mí. Y también sé que en cualquier momento de su vida me reclamará por todo aquello que no fui capaz de hacer de acuerdo a sus expectativas. Y sin embargo, soy feliz con él. Soy feliz con su sonrisa enorme, con su mirada picaresca, con su manera de dar amor y de mandar todo a la mierda. Y aunque me esfuerzo por ser el mejor padre del mundo, sé que solo podré ser el mejor padre posible. Porque no soy perfecto, porque me agoto. Porque siento y hay veces me caigo y no soy capaz de soportar a nadie, ni siquiera a él o a sus hermanas. Y sin embargo, lo mejor que tengo en este tiempo de mi vida, es la fantasía de ser padre.


Escrito por

Carlo Mario Velarde

Filósofo, interesado en temas públicos y en la exploración de la subjetividad.


Publicado en

Alondras

Relatos, anécdotas, y cosas sin importancia...